sábado, 9 de febrero de 2019

Las “cosas” por su nombre…





¿Cómo te llevas con las emociones?
(segunda nota)
* ¿Posees capacidad para detectar tus emociones?
* ¿Logras ponerle nombre a tus emociones?
* ¿Puedes expresar tu emoción… sin expresarla desde la emoción?
* ¿Qué emociones hay detrás de las reacciones de los demás?
* Para convivir con las emociones, reflexiona y actúa desde la calma.

-Siento una cosa aquí en el pecho que me pone mal….!!!
-De tanto pensar la cabeza se me va a explotar…!!!
-Tengo una cosa acá en la garganta que no me deja respirar…!!! 

¿Estas sensaciones son físicas o emocionales?
¿Qué nombre le pondríamos a estas emociones?

Decir que tengo una cosa en el pecho es muy diferente de percibir que siento una emoción. Y que esa emoción tiene nombre: ANGUSTIA, por ejemplo.

Al poner nombre a nuestras emociones las podemos identificar y diferenciar. Es muy diferente la angustia del miedo, o la envidia de la indiferencia.

Para ello necesitamos comenzar a ampliar nuestro vocabulario emocional. Cuantas más palabras incorporemos más opciones tendremos de reconocer y diferenciar lo que sentimos.
Te aseguro que la sensación de nombrar una emoción por lo que es resulta magníficamente reconfortante.

Mientras estamos sintiendo eso en alguna parte todo se hace complejo. 

Observa que al decir: “sintiendo eso”, carece de nombre y, nombrar: “en alguna parte”, carece de lugar en nuestro cuerpo.

O sea, todo está indefinido, incierto y, se presta a todo tipo de fantasías y especulaciones.

Cuando olvidamos lo valientes que somos para tantas cosas y perdemos el coraje de acompañarnos a nosotros mismos, delegamos nuestras responsabilidades a otros. Esperamos que otros resuelvan nuestras emociones y sentimientos.

Todos sabemos que la gran mayoría de las disfunciones y patologías tienen un componente emocional. 
Una emoción que nos quedó atorada en la garganta puede desencadenar una contractura o, afonía, tal vez  faringitis o desequilibrio tiroideo. 

Cuanto más tiempo retengamos una emoción mayor serán las posibilidades de que se produzca un desequilibrio.

Al poder nombrar lo que sentimos, se convierte en una entidad que está separada de nosotros, que podemos observar y describir, incluso dialogar con ella. Para lograr preguntar que necesita esa emoción.

Sentir tristeza es diferente a sentirse apenado o decaído por algo en particular y, mucho más diferente sentir tristeza que melancolía. Sentir inseguridad es diferente del miedo.

Te dejo unos ejemplos para que observes la diferencia y cual palabra se acerca a tu real sensación.

Tomemos la emoción de: “frustración”, las opciones podrían ser: decepción, desencanto, desilusión, desengaño, defraudado.  

La emoción de “sensible”: impresionable, delicado, emotivo, sentimental, susceptible, suspicaz, blando, piadoso, compasivo, tierno.
Todas apuntan a lo mismo pero cada palabra se siente diferente.

¿Qué sensación te produjo leer esta nota?

Si fue de agrado, nos vemos en la próxima.

Muchas gracias por leerme…
Saludos,
Ernesto Reich, Reflexólogo Holístico, Instructor.

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