lunes, 2 de mayo de 2016

la nutrición espiritual, el sistema respiratorio.



La función del sistema respiratorio es la de captar oxígeno (O2) y eliminar el dióxido de carbono (CO2) procedente del anabolismo celular.
Este intercambio de gases (oxígeno y dióxido de carbono) es entre el ser humano y su medio.
Dentro de los pulmones, en el sistema alveolar, las moléculas de oxígeno y dióxido de carbono se intercambian pasivamente, por difusión, entre el entorno gaseoso y la sangre. De este modo, se facilita la oxigenación con la remoción contaminante del dióxido de carbono y otros gases que son desechos del metabolismo y de la circulación.
También, el sistema respiratorio ayuda a mantener el balance entre ácidos y bases en el cuerpo a través de la eficiente eliminación de dióxido de carbono de la sangre.
La ventilación es un proceso cíclico que consta de dos etapas:
La inspiración, que es la entrada de aire a los pulmones, y la espiración, que es la salida.
Cuando existe dificultad para respirar, al cuerpo le cuesta adquirir el oxígeno que necesita. Se puede sentir la sensación de faltarle el aire. A veces, los problemas respiratorios leves son a consecuencia de una nariz tapada o de falta de ejercicio. Pero también puede ser señal de alguna enfermedad más seria.
El término enfermedad pulmonar se refiere a los trastornos que afectan los pulmones, tales como asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), infecciones como gripe, neumonía y tuberculosis, cáncer de pulmón y muchas otras disfunciones respiratorios.

“…todo bicho que se respira termina en el pulmón” 
Las emociones juegan un papel importante en estas disfunciones, considerando que respirar es incorporar vida a nuestro cuerpo, cualquier impedimento se convierte en obstáculo. Estos obstáculos van desde lo que sentimos del entorno hasta como lo interpretamos. 
 El miedo, las situaciones de confusión, el desorden, la resistencia a la posibilidad de vivir plenamente, sentirnos sin derecho a ocupar un espacio o a la posibilidad de existir. La falta de reacción ante creencias o mandatos, o la excesiva cólera acumulada. 
 La sensación de “amores sofocantes”, o heridas profundas o rencores mantenidos durante mucho tiempo en secreto. Cargar con odios o creencias de lo inútil del vivir. Estancamientos en los procesos de crecimiento infantil. Desconfianza. Egoísmo. Posesividad, pensamientos crueles, deseos de venganza, son algunas de las causas.

Ernesto Reich, Reflexólogo Holístico/Instructor
Director de la Escuela Holística Argentina de Terapia Reflexo Facial.