El cuerpo respondió al tratamiento.
El
cuerpo respondió al tratamiento.
¿Se
comenzó por decir: buenos días?,
¿Se
le preguntó cómo había amanecido hoy?,
continuando
con un: ¿necesita algo?...
El cuerpo
respondió al tratamiento.
¿A cuál
tratamiento?
El
tratamiento que, desconociendo al Ser,
intenta
por todos los medios aliviar lo que se manifiesta,
la
materialización de profundas enfermedades ancestrales.
El cuerpo
respondió al tratamiento.
¿Cuál
cuerpo?
El
cuerpo físico, el emocional,
el cuerpo
psicológico, ¿o el espiritual?
Sin
mencionar el cuerpo social,
que
desde su nacimiento,
ha entrechocado
con otros cuerpos en un continuo sinfín de vínculos y rupturas.
El
tratamiento de tratar es muy diferente a intentar.
Tratar
es actuar,
es comportarse
de una manera elegidamente determinada,
para
con uno mismo y los demás.
Actuar
con todos los recursos disponibles,
con
toda la inteligencia desplegada,
con
toda la humanidad expuesta.
El
cuerpo respondió al tratamiento,
postrarse
al sometimiento de las creencia de otros,
ante
la excelsa idea del mejor bienestar.
El
cuerpo respondió al tratamiento.
¿Convivir
con un nuevo miembro?,
¿Un
hermanito?, ¿un pariente?,
¿Un
injerto?, o una prótesis.
¿Cuántas
vidas necesita un cuerpo para responder a los innumerables tratamientos que el
vivir ofrece?
El
cuerpo respondió al tratamiento.
Hay
que vivir la muerte para comprender la vida en su totalidad.
¿Son,
el nacimiento y la muerte,
los
dos extremos de una misma cuerda?
Según
dicen,
la mayor tragedia de la vida no es la muerte,
es abandonar la posibilidad de reír,
de olvidarnos de soñar,
y
desaprender la espontaneidad de amar.
También
a este tratamiento responde el cuerpo.
El
cuerpo respondió al tratamiento,
al
tratamiento auto-impuesto de morir internamente a las sensaciones y
sentimientos,
mientras
se continúa vivo.
Mañana de Martes de Mayo.